El nominado al premio Nobel de Medicina
logró controlar la lepra y otras enfermedades endémicas
La mañana de este lunes 12 de mayo murió
el médico y científico venezolano Jacinto Convit García, a sus 100 años de
edad. Como parte de su gran obra en protección de la humanidad, Convit junto a
su equipo desarrolló dos modelos de vacunación para el control de la lepra y la
leishmaniasis. Por ello, en 1988 su descubrimiento le valió una nominación para
el premio Nobel de Medicina. El doctor Convit fue distinguido con el Príncipe
de Asturias de Investigación Científica y Técnica, siempre será recordado por
su infatigable labor científica y los aportes que ha preservado para la salud
de los pueblos del mundo y a su lucha contra el cáncer.
Jacinto Convit nació el 11 de septiembre
de 1913 en la Parroquia de La Pastora de la ciudad de Caracas. Fue hijo de
Francisco Convit y Flora García de Convit. Cursó sus estudios superiores en la
Universidad Central de Venezuela, de donde egresa en octubre de 1938 con el
título de Doctor en Ciencias Médicas, a los 25 años de edad.
Aportes a la ciencia médica
El ilustre médico y científico venezolano
fue un insigne hombre que dedicó toda su vida a la investigación científica, a
través de la cual logró diversos descubrimientos, entre ellos los modelos de
vacunación para combatir la lepra.
Es considerado una de las más importantes
figuras mundiales en dicha lucha.
Avances en la lepra
En 1937, el doctor Martín Vegas, conocido
pionero en los estudios sobre la lepra, invitó a Jacinto Convit a visitar la
vieja casona de Cabo Blanco en el estado Vargas (norte), donde se alojaban
cientos de pacientes afectados por lacería o lepra. En 1990, Convit escribía
que su permanencia en Cabo Blanco fue enriquecedora en el plano personal y
profesional. “Aprendí a cuidar a los pacientes desempeñando labores de médico,
juez, odontólogo y consejero, que sirvieron ampliamente para enriquecer mi
conocimiento sobre la enfermedad y profundizar sobre el aspecto humano de los
enfermos”.
Cura contra la lepra
Luego de varias investigaciones con el
único remedio empleado en estos pacientes, el aceite de Chaulmoogra, Convit y
su equipo pudieron comprobar que el compuesto de Sulfota y Clofazimina podía
fungir con gran efectividad en contra de este mal, lo que conllevó el cierre de
las conocidas leproserías donde los enfermos eran encerrados y vejados en su
condición humana.
Creación para la investigación
Al lograr controlar la lepra y otras
enfermedades endémicas, el doctor Convit se planteó el reto de crear un centro
de investigaciones científicas. Así nació el Instituto de Dermatología, que posteriormente
se llamó Instituto de Biomedicina de Caracas (IBC), el cual dirigió desde 1972,
y es desde el 2 de julio de 1973 la sede del Centro Internacional de
Investigación y Adiestramiento sobre Lepra y Enfermedades afines de la
Organización Panamericana y Mundial de la Salud.
Allí, después de mucho esfuerzo conjunto y
continuo, surgió la vacuna contra la lepra, que sirvió de base para la vacuna
contra la leishmaniasis.
Premios por sus avances
Luego de la nominación al Premio Nobel de
Medicina en 1988 por el descubrimiento de la vacuna contra la lepra, la cual
resultó de la combinación de la vacuna de la tuberculosis con el bacilo
Mycobacterium leprae, Convit recibió en España el Premio Príncipe de Asturias
de Investigación Científica y Técnica en 1989.
En su trayectoria contribuyó a la
fundación de diversas instituciones y asociaciones relacionadas con la labor
médica, tanto dentro como fuera del país. De esta forma, fue miembro fundador
de la Sociedad Venezolana de Dermatología y Venereología, de la Sociedad
Venezolana de Alergología y de la Sociedad Venezolana de Salud Pública. El 28
de febrero de 2011 es condecorado con La Legión de Honor, la más alta
distinción honorífica de la República Francesa.
La vacuna que le quitó el sueño
El cáncer fue una enfermedad que siempre
le quitó el sueño a Convit, por lo que el eminente científico venezolano junto
con un equipo multidisciplinario de investigadores tanto en Venezuela como en
el exterior había trabajado afanosamente para lograr el éxito del modelo de inmunoterapia
propuesto por el médico.
El proyecto de autovacuna contra el cáncer
de mama, colon y estómago quedó en fase experimental.